prólogo

Quizás sea que, cuando uno siente ya no tener fondo y ver, tocar y sentir la realidad completamente desnuda y sin tapujos ante ti, te aferras a algo o a alguien. O encuentras similitudes entre esto y aquello. Y tal vez, sólo tal vez puedas darte el lujo de cerrar nuevamente los ojos. Ver aquella realidad de un modo diferente. Contemplar que aquello que anhelas se ve reflejado en letras y voces. Percibir, por más quimérico que paresca , que alguien puede reflejar eso en poesía, no tan tosco, sutil, agraciado pero gritando, rogando, ahogado, exigiendo. Palabras hermosamente talladas, dándote un aliento, invitándote a persistir, a prolongar, a continuar. Y todo aquello reducido a estar por estar se vuelve más ligero. Y lo que queda en ti es un gracias que simplemente niega el perderse en el tiempo.