Cuando la desesperación, la ira, la angustia, el cinismo y la demencia hacía quien sabe qué en mi estropeada alma, me sujeté de la persona en algún punto menos pensada pero apreciada por mí (hasta ese momento eran bellas sus palabras y armoniosa su voz privilegiada). Yo quise matarme, morirme, consumirme… Cuando comenzó? No tengo idea… Por qué? No lo sabía y aún no lo sé. Quizás me habría cansado de vivir la monotonía de mi vida, cansado de ser la persona perfecta que jamás podré ser, cansado de lo banal y crudo de la realidad, cansado de observar como cada uno, en un intento de salvación, camina con una burbuja a su alrededor, inmune o tal vez fingiéndolo ser. Si alguna vez lo intenté? He de confesar que sí pero nunca funcionó, quizás Dios estuvo conmigo en esos momentos- no me burlo, yo creo en él-. No soy tonta, ni me volví loca, no descuide nada, era conciente de mis actos. Recuerdo haber tenido lapsos de paz y completa tranquilidad y fue ahí cuando, por algún modo decirlo, aquella linda voz empezó a decir más allá de lo aparente.(puede que sea probable que al andar como alguna vez anduve, de algo debía sujetarme para no terminar de desmoronarme pero sea o no sea así… se lo agradezco tanto) Y entre pensamientos e ideas inadecuadas y frustradas, algo empezó a aclarar. Casi al mismo tiempo en casa se espantaron al encontrarme haciendo no recuerdo que, que fue inevitable la visita al psicólogo y posteriormente al psiquiatra y a futuro el consumo de pastillas que en un tiempo aumentaron. Es casi ignorado que más que charlas, más que medicamentos, más de lo que todos podían mostrarme, la persona que estuvo sin estar, aquella que con versos y palabras evitó el final. La persona a la cual le debo mucho, a la cual nunca conoceré más allá de sus canciones y palabras, fue la que en realidad me ayudó a levantarme, a mirar adelante y disfrutar de este mundo alterado por manos propias y ajenas. Más que amor, más que gratitud, algo que no puedo describir, todo yace aquí y se puede resumir en ti, Hyde.
No necesito la compresión de nadie más, ni la propia
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